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Revista Semana
Compromiso

“Soy un tipo optimista”

Adrián Navarro es Federico en Montecristo y estrena su sexta película Solos. Reflexiones de un hombre de 30 y pico que cree en un mundo perfectible.

Sentado en la mesa de un bar de Palermo viejo, Adrián Navarro disfruta de un postre tibio de manzanas con los lentes de sol puestos, relojeando el diario del día. Con una sonrisa tenue, casi tímida, pero de buena gana accede a hacer las fotos como si se tratara de un trámite que no puede eludir. Con la satisfacción de la tarea cumplida, y frente a un té de hierbas muy artesanal, digno de un lugar fashion de Palermo (que se parece más a un ajo que a un saquito), se presta a contestar preguntas que por sus gestos temen sean demasiado íntimas.
Solos, su última película que se estrena el 14 de septiembre, dirigida por José Glusman, tiene el intrigante subtítulo: ¿No es bueno que los hombres estén Solos?
Intentando elucubrar un rebuscado juego de palabras para responder, Adrián sostiene que “Para los personajes fue bueno quedarse solos porque es una soledad acompañada. Quedan solos de mujer. En lo personal, no es bueno estar solo. Nunca es bueno. La soledad es angustia, tristeza. No me imagino así de todos modos, a esta altura de mi vida, con mis 37 años. Me imagino como estoy. Y estoy como me imagino, muy bien”. Concluye con una sonrisa tan pícara como seductora, pero esconde aún cierto recelo para responder.
“Creo que mucha gente se va a sentir identificada con cada uno de los personajes, porque es algo que tranquilamente suele suceder”, agrega.

JUGAR AL TEATRO. De chiquitito miraba “Rolando Rivas, taxista” y “Trampa para un soñador” y por ese entonces ya fantaseaba con pertenecer a ese mundo que tanta admiración le generaba.
Un poco más relajado, y llevando los ojos hacia arriba a la izquierda recuerda: “En mi casa hacia distintas interpretaciones. Jugaba a “Bonanza” y a “El Chavo del 8”, con mis amiguitos. Gabriel, con quien somos casi hermanos, quería disfrazarse de Don Ramón, porque era el menos comprometido en el escrache, ante el ridículo. Un poco de talco en la cabeza, gorrito y listo. Con Richard otro chico y yo, y nos divertíamos mucho.”
“A los 14 empecé teatro con Horacio Rainieri, después pasé por otros maestros. Durante un tiempo estudié arquitectura y después licenciatura en artes y ciencias del teatro. Recién con “Ay Juancito" empecé a vivir del teatro, de la actuación, aunque ese no fue mi primer trabajo como actor", cuenta y agrega con un gesto en la mano y en las cejas, que insinúa que mucha agua ha pasado bajo el puente: “Antes fui de todo. Trabajé de mozo, de vendedor ambulante, de remisero, de electricista. Vendía ositos de peluche, hasta aparatitos de Fuyi vape o cosas para autos en los semáforos o sacar fotos de las plazas y venderlas”.

CONVICCIONES. Por otro lado, Adrián ingresó hace un mes a Montecristo, donde interpreta a Federico, un chico con un pasado muy doloroso, con un padre desaparecido durante la última dictadura militar y una madre que se enamoró de su torturador.
Semejante papel, despierta en él un sentido especial de responsabilidad y lo hace conciente de un proceso que puede ayudar a mucha gente a recuperar su identidad. "La realidad es una contingencia", dice dándole un tínte filosófico a la conversación y completa "Si bien no me interesa hacer nada en política, estoy contento de poder hacer algo desde el lugar que ocupo. Vivimos en un mundo muy injusto. Y sería fantástico poder cambiarlo, pero tal vez sea simplemente una ilusión. Uno tiene que poder hacer algo desde el lugar donde está. Hay que hacer más que decir. En un país donde sobran las vacas hay gente que se muere de hambre, donde hay tanta tierra, ves que la gente no puede comer un tomate. Eso es la injusticia. Yo soy un tipo optimista, no podría vivir de otro modo, sino viviría triste y solo. Quiero seguir siendo optimista”.
Mostrándose más vulnerable y sensible que al principio, sonríe con la nostalgia de un arrabalero cantante de tango y el encanto sensual de un hombre visiblemente pasional, actitud que no solo demuestra en las pantallas, o el escenario, sino al hablar, tirando ideas que harían de nuestro mundo uno mejor, si cada uno aportara su granito de arena.

La barba para Solos
Adrián tuvo que hacerse la permanente y dejarse la barba candado para el personaje de Solos. “Sin duda la caracterización me ayuda a componer los personajes. Me encanta jugar a hacer otro”, comenta.





Nota: Luján Araujo

Fotos: Octavio Manzini

Fuente: Revista Semana (Editorial Perfil)

Publicada: 7/09/2006

*Gracias Mariel por la nota!!!